13/10/2023
Agricultura Urbana: Posibilidades Alimentarias en la Economía Circular
Por Arlene Carvalho, del Movimiento Circular
¿Alguna vez te has preguntado de dónde proviene la comida en tu plato? Si lo que comes es local o no. O si es verdaderamente saludable y fresco. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los alimentos frescos o mínimamente procesados son la base ideal de una dieta adecuada. Se obtienen directamente de plantas o animales con un procesamiento mínimo o nulo.
Cuando vamos de compras en busca de estos ingredientes,** nuestra preocupación debe ir más allá** del sabor y la calidad. Consideramos el precio de los productos, la distancia al lugar de compra, el tiempo de desplazamiento, que incluye las emisiones de carbono en el transporte, y varios otros factores que forman parte de la ecuación para un consumo más sostenible. Estos son solo algunos de los muchos aspectos que nos permiten pensar en la relación entre la comida y la Economía Circular.
Es importante caracterizar adecuadamente huertos urbanos y agricultura urbana. Imagen: Freepik
Agricultura Urbana y Circularidad
Pero, ¿cómo podemos actuar de manera efectiva en esta dirección en nuestra vida diaria? La Economía Circular apunta cada vez más a alternativas viables que ofrecen oportunidades para un futuro con menos desperdicio, más saludable y sostenible. Un ejemplo práctico de esta relación es la agricultura urbana y los huertos comunitarios, que han ganado terreno en los últimos años. Más que una solución para garantizar alimentos frescos y de calidad producidos muy cerca de nuestras cocinas, esta práctica se puede considerar una verdadera revolución comunitaria.
Según la periodista y ecologista Claudia Visoni, fundadora de la Unión de Huertos Comunitarios de San Pablo y cofundadora del Frente Alimentar, la agricultura urbana es una fuerza poderosa y es importante caracterizarla adecuadamente.
"Hay confusión entre lo que es la agricultura urbana y periurbana y los huertos urbanos. Este es uno de los puntos clave. La agricultura urbana y periurbana implica a agricultores profesionales que viven en la ciudad. Mientras que los huertos comunitarios son mucho más como un paisajismo comestible, un lugar para la educación ambiental, educación nutricional, empoderamiento comunitario, oasis urbano, lugares de contemplación. No siempre se practica la economía allí, pero hay casos", afirma.
Uno de ellos es el proyecto Frente Alimenta, que, según Visoni, alinea la alimentación con otros principios de la Economía Circular. Entregan frutas, verduras y hortalizas sin pesticidas a cocinas comunitarias en áreas de alta vulnerabilidad social en San Pablo y apoyan a pequeños agricultores agroecológicos urbanos y rurales en la región, generando ingresos para trabajadores vulnerables y contribuyendo a la regeneración de ecosistemas y la protección de las fuentes de agua.
El proyecto surgió al comienzo de la pandemia de Covid-19, que empeoró la inseguridad alimentaria en las periferias de São Paulo y afectó a los pequeños agricultores agroecológicos.
"La iniciativa surgió como respuesta de emergencia para ayudar a quienes lo necesitaban debido a la pandemia. Al principio, los activistas financiaban las acciones por su cuenta. El Instituto Kairós se convirtió en socio en 2012, y nuestro enfoque cambió a cocinas comunitarias. Hoy en día, el Frente Alimenta proporciona alimentos saludables, mejora la calidad de vida de los beneficiarios y promueve la agricultura urbana en San Pablo, que tiene un enorme potencial de producción", explica Visoni.
Los alimentos producidos por socios de Frente Alimenta se distribuyen para la producción de comidas solidarias. Imagen: Reproducción/Frente Alimenta
El Frente Alimenta también ofrece apoyo técnico a huertos urbanos, capacitación para cocineros comunitarios e inversiones en equipos e infraestructura. En 2022, la iniciativa entregó 29 toneladas de alimentos en cocinas comunitarias, preparó 111,000 comidas, distribuyó 2,000 cestas agroecológicas y benefició a 6 cocinas y 10 comunidades. "Todo esto se hace, aún, con el objetivo de no generar o al menos reducir los residuos. Los alimentos producidos localmente no solo eliminan el embalaje, sino que también absorben una gran cantidad de residuos orgánicos en la producción de compost e incluso materiales de difícil eliminación, como retazos de madera, que se utilizan para delimitar los bancales", enfatiza la ecologista.
Además, la producción agrícola en las ciudades también minimiza la necesidad de transportar alimentos a largas distancias, reduciendo la huella de carbono y el desperdicio asociado. Sin embargo, según Visoni, sin el apoyo del sector público, esto es difícil de lograr. "Es esencial que el sector público apoye el crecimiento de la agricultura en áreas urbanas. Además de contribuir a la conservación de espacios públicos y reducir la delincuencia, la agricultura urbana promueve una vida local más vibrante y ayuda a contener la expansión descontrolada del crecimiento urbano, reduciendo la demanda de transporte".
La agricultura urbana no solo nos conecta directamente con el origen de los alimentos, sino que también se alinea perfectamente con los principios de la Economía Circular, incluyendo los aspectos sociales y personales. "Puede generar empleo e ingresos, promover el renacimiento de la vida comunitaria, ofrecer ocio gratuito y mejorar la salud física y mental de las personas. Además, brinda una educación ambiental y nutricional práctica, fortalece la seguridad alimentaria, integra a agricultores y consumidores y valora los conocimientos tradicionales de cultivo. En un momento de polarización social, la agricultura urbana nos recuerda nuestra interconexión con la naturaleza y la importancia de reconstruir puentes entre las personas", concluye Visoni.
Los envases son parte de la ecuación de la circularidad. Es necesario pensar en ellos. Imagen: Freepik
Circularidad en los hogares y envases
Cuando hablamos de economía circular en la alimentación, no podemos pasar por alto la importancia de reducir el desperdicio y repensar el ciclo de vida de los alimentos. Esto incluye la forma en que manejamos los residuos y los envases. La búsqueda de alimentos sin envases o que utilicen envases sostenibles, junto con la reducción del desperdicio, son elementos clave de esta ecuación.
"Cuando miramos nuestro plato de comida todos los días, debemos celebrar. Es el resultado del trabajo de docenas, cientos de personas en colaboración con el medio ambiente. Conocer toda esta cadena, desde la producción hasta la eliminación eventual, debería hacernos reflexionar sobre cuestiones éticas relacionadas con la disponibilidad, el acceso y, al mismo tiempo, todo el desperdicio que todavía existe", comenta Edson Grandisoli, el coordinador pedagógico del Movimiento Circular.
Después de todo, la circularidad no se limita solo a la producción de alimentos, sino también a lo que hacemos con los restos de comida y los envases después del consumo. La adopción de prácticas de "cero residuos" en nuestros hogares y el apoyo a iniciativas de reciclaje y reutilización de envases contribuyen significativamente a la construcción de una economía más circular y sostenible.
"Podemos y debemos tomar decisiones mejores todos los días. Es un proceso de aprendizaje constante en la dirección de reducir la cantidad de residuos que producimos y garantizar el acceso a alimentos saludables y de calidad para todos. En otras palabras, un sistema alimentario circular como garantía de calidad ambiental y derecho humano", concluye Grandisoli.
Por lo tanto, al celebrar el Día Mundial de la Alimentación, vale la pena reflexionar sobre cómo nuestras elecciones alimentarias y prácticas diarias pueden desempeñar un papel fundamental en la promoción de la circularidad, haciendo que nuestra relación con la comida sea más saludable, sostenible y consciente.