21/09/2023
Día mundial sin autos: reflexiones sobre movilidad y ciudades
Por Arlene Carvalho, del Movimiento Circular
¿Alguna vez has pensado cómo sería tu vida sin autos?, ¿qué pasaría si las calles estuvieran dominadas por alternativas circulares de transporte y fueran también espacios de convivencia, no solamente para el tráfico? Reducir el uso de vehículos motorizados ¿reduciría los niveles de contaminación?, ¿mejoraría la salud pública? ¿Qué pasaría si pudiéramos transformar el tiempo dedicado a los desplazamientos en momentos de recreación o productividad?, ¿pueden las ciudades del futuro ofrecer soluciones de movilidad más sostenibles e inclusivas para todos?
Estas preguntas están directamente relacionadas con el Día Mundial sin autos, que se celebra anualmente el 22 de septiembre. La idea surgió en Francia, a finales de los años 90, para estimular el pensamiento sobre alternativas de transporte más sostenibles y concienciar sobre los problemas causados por el uso excesivo de vehículos motorizados y la emisión de contaminantes por la quema de carbono.
La idea es animar a la gente a dejar el auto en casa por un día y optar por otros medios de transporte, como la bicicleta, el transporte público, caminar o compartir el auto.
Pero, ¿qué impacto puede tener un solo día al año en la vida de las personas?, ¿cómo puede este día convertirse en una herramienta para hacer que la movilidad urbana sea más sostenible y más circular? Más que evitar la emisión de contaminantes derivados del petróleo, el Día Mundial sin Autos nos invita a pensar: ¿es realmente posible caminar por la mayoría de las ciudades sin auto? La respuesta es sí, pero además de la voluntad de las personas, que ya es sumamente importante, hay que tener en cuenta otros factores. Veamos algunos de estos.
Los patinetes y las bicicletas compartidas son una buena alternativa al uso del automóvil. Imagen: Freepik
Movilidad activa y matriz energética
Cuando pensamos en reducir el uso del coche en las ciudades, uno de los primeros temas que se abordan puede ser lo que llamamos movilidad activa, es decir, el acto de desplazarse de forma no motorizada. Caminar, andar en bicicleta, andar en patineta y scooters son ejemplos. Pero más que desearlo, es necesario tener una estructura, algo que vaya más allá de la propia movilidad y alcance ámbitos como la salud y la seguridad pública.
«La movilidad activa aporta innumerables beneficios, ya sean sociales, económicos e incluso para la salud pública e individual, cuando fomenta el abandono del sedentarismo. Esto es lo que predican los expertos y lo que ya quiere una gran parte de la población, pero no podemos tener mayor apoyo si no pensamos en el tema del diseño de la ciudad, por ejemplo”, dice Murilo Casagrande, director del Instituto Aromeiazero - una organización sin fines de lucro ubicada en San Pablo y dedicada a promocionar la movilidad urbana sostenible, con enfoque en la movilidad activa, como andar en bicicleta y caminar.
Para Casagrande, pensar en este diseño (o rediseño) es una invitación a tratar a las personas como las grandes protagonistas de las ciudades. «La mayoría de las ciudades está diseñada para los autos, las carreteras son anchas y permiten el paso de muchos autos. Hay pocas bicisendas, lo que obliga a los ciclistas a competir por el espacio con los coches y los retrata como “villanos” o como “personas que necesitan protegerse”. La búsqueda para los peatones es mínima. El gobierno brasileño incluso anunció este año que alentaría la producción de automóviles populares para inyectar dinero a la economía. El problema es que esto le quita protagonismo a la gente, la saca de las calles y la deja atrapada en el tráfico. Cuando se transforma una calle en un espacio para quienes viven allí, se convierte incluso en una calle más segura, puesto que estará más poblada”, afirma.
Así como la voluntad y oportunidad de los ciudadanos, el rol del gobierno es fundamental y esencial tanto en el rediseño de acciones como en la reducción de la desigualdad social. «¿Cómo podemos decirle a una persona que vive en una zona periférica, en general, muy alejada de los servicios sanitarios y del trabajo, que renuncie a su auto, sea el propio o la aplicación, para desplazarse? Si la ciudad no se diseña pensando en el bienestar y la movilidad de todos, el auto nunca dejará de ser, además de un medio de transporte, un símbolo de estatus. Las autoridades públicas deben ofrecer condiciones e incentivos para la movilidad activa y un transporte público de calidad, de forma universal. Además de cambiar la mentalidad en todos los ámbitos (municipal, regional y federal) y hacer que se cumplan las leyes existentes», señala.
¿Es el coche eléctrico la mejor alternativa? Imagen: Freepik
Electrización de los transportes y residuos
A más de 30 años de la creación del Día Mundial sin Autos, las razones que motivaron la campaña van más allá del original. «Cuando hablamos de reducir el número de autos en las calles, muchos responden hablando de electrificar el transporte en general, como bicicletas, scooters, autobuses y, por supuesto, los autos. Pero un auto eléctrico solucionaría el problema medioambiental al no generar contaminantes derivados del petróleo; Sin embargo, ¿qué pasa con las otras preguntas?, ¿y el atasco? ¿Qué pasa con la falta de planificación urbana?, ¿qué pasa con otros tipos de contaminación, como la acústica y visual? Es traer una vieja solución a un problema nuevo y mucho más amplio que el que teníamos hace 30 años», comenta.
Para el coordinador pedagógico del Movimiento Circular, Edson Grandisoli, el tema de la electrificación tiene también por otro problema: ¿de dónde viene la energía eléctrica para cargar estos vehículos? «El mundo depende mucho del petróleo como motor de la matriz energética y, hasta que esto cambie, debemos permanecer alerta. Por ejemplo, si cargamos un auto con energía eléctrica procedente de centrales hidroeléctricas o eólicas y paneles solares, por ejemplo, tenemos la garantía de que esa energía es limpia y no generará residuos; pero si proviene de una termoeléctrica, que depende de la quema de combustible para producir energía, el cambio no tiene sentido», explica.
Otro punto que se puede considerar y se aplica a los automóviles que utilizan combustible o electricidad: ¿se pueden reutilizar partes de un vehículo que ya no sirven? ¿Se realiza la eliminación correctamente? ¿La logística inversa la realizan las empresas productoras?
El director de Aromeiazero aborda, por ejemplo, la cuestión de las baterías de los autos. «No siempre las industrias realizan la logística inversa, tan imprescindible en la Economía Circular, y vemos muchas piezas desechadas de forma incorrecta. Los neumáticos son los más numerosos, pero creo que las baterías de litio son igual de peligrosas, ya que su explotación no es beneficiosa para el medio ambiente y su eliminación no siempre se realiza correctamente».
Estimular la movilidad activa tiene un impacto en varios aspectos. Imagen: Freepik
La movilidad es interseccional
Reflexionar sobre la eliminación de partes de automóviles es lo mismo que pensar en la eliminación de las partes de cualquier otro producto, como la electrónica: hay que empezar por idealizar qué se hará y cerrar el ciclo sin generar residuos, uno de los principios básicos de la Economía Circular.
En este caso, además de volver a la importancia de responsabilizar a todos los eslabones de la cadena; pensar en los preceptos e ideas de la Economía Circular nos lleva también a pensar en los pros y contras del uso del auto y la mentalidad de muchas personas sobre su «necesidad» de tener o estar en uno. Es algo más cultural de lo necesario y la reflexión sobre esto tiene relación con la cultura, la educación, la economía, la salud, entre otros ámbitos.
«Reducir los autos humaniza las ciudades», continúa Casagrande. «Hace que las ciudades sean más accesibles, seguras y agradables para los residentes. Son cambios que contribuyen a la construcción de ciudades más sostenibles, saludables e inclusivas para todos».
En términos económicos, el director de Aromeiazero sostiene que reducir el uso del auto puede aliviar las arcas públicas, al reducir el costo de los accidentes de tráfico y el gasto en el sistema de salud, a la vez que alivia el presupuesto de las familias, que gastan menos combustible y mantenimiento de vehículos. «Además, la reducción del tráfico tiene un impacto positivo en cuestiones medioambientales, reduce la contaminación atmosférica, acústica y visual, lo que, a su vez, beneficia la salud de la población y la calidad del medio ambiente», reflexiona.
Otro punto a destacar es cómo la pandemia de Covid-19 generó una alerta para el cuidado de la salud mental y cómo reducir el uso del automóvil puede ayudar. «La Organización Mundial de la Salud recomienda, como mínimo, 150 minutos de actividad física moderada por semana para cada persona. Cuando fomentamos la movilidad activa, también fomentamos que se consiga en el día a día, de forma orgánica, para todas las edades», concluye Casagrande.
En París, Francia, el acceso de los automóviles a lugares turísticos como la Torre Eiffel está restringido. Imagen: Freepik
Buenos ejemplos
Frecuentemente, discutimos qué se podría hacer, pero ¿qué es ya real en términos de promocionar la movilidad activa y sostenible? París, Francia, es un ejemplo notable, con su sistema de bicicletas compartidas, su extensa red de bicisendas y su eficiente transporte público, incluidos el metro y los autobuses. La ciudad también se está transformando en una zona más amigable para los peatones, mejora la calidad de vida de los residentes y restringe el acceso de automóviles a atracciones turísticas como la Torre Eiffel. Europa también cuenta con modelos en Ámsterdam y Copenhague, con extensas redes de bicisendas y una cultura de movilidad activa bien establecida.
En Colombia, Bogotá y Medellín han invertido en movilidad activa y calidad del transporte público, al cerrar calles a los automóviles y crear espacios para que la gente disfrute de la ciudad. En Seúl, Corea del Sur, existe un sistema de transporte público de alta calidad y una amplia infraestructura peatonal, así como un amplio sistema de metro. Tokio, Japón, también ofrece un excelente sistema de transporte público, aunque es un país conocido por ser la cuna de las empresas tradicionales de fabricación de automóviles.
En Brasil, algunas ciudades están avanzando en movilidad, como Curitiba, con su eficiente sistema BRT. Florianópolis y Recife fomentan la movilidad activa con bicisendas, y otras ciudades, como San Pablo, Río de Janeiro y Porto Alegre, cuentan con sistemas de bicicletas compartidas. A pesar de sus desafíos, San Pablo ha ampliado su red de bicisendas y ha mejorado el sistema de metro.
En definitiva, la campaña del Día Mundial sin autos nos hace reflexionar, entre varios temas, sobre la importancia de la educación y la sensibilización ciudadana para promover y utilizar modos de transporte más circulares. Esto incluye campañas educativas, revisión de las normas de tránsito, ocupación de la ciudad, entre otras medidas.
Sin embargo, se debe complementar la educación con acciones como la reducción de la velocidad, la aplicación real de las leyes de tránsito, mejoras en la infraestructura urbana para peatones y ciclistas y la creación de espacios públicos más seguros y accesibles para todos. Lo importante es crear ciudades más seguras y circulares, donde se valore y fomente el transporte activo.
Recife, en Pernambuco, no solo fomenta el ciclismo con la expansión continua de los carriles para bicicletas en la ciudad, sino que también cuenta con un sistema de bicicletas compartidas. Imagen: Alcaldía de Recife
¿Qué es la economía circular?
La Economía Circular propone una nueva mirada a nuestra forma de producir, consumir y desechar, para optimizar los recursos del planeta y generar cada vez menos residuos. En otras palabras, un modelo alternativo a la Economía Lineal -extraer, producir, usar y desechar- que se ha mostrado cada vez más insostenible a lo largo de la historia.
En la Economía Circular el objetivo es mantener los materiales en circulación durante más tiempo por la reutilización, ¡hasta que nada se convierta en desperdicio! Para que este modelo se haga realidad, todos tenemos un rol que desempeñar. Es un verdadero círculo colaborativo, que se retroalimenta, y ayuda a regenerar el planeta y nuestras relaciones.
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