25/04/2023
Equipos programados para envejecer… y convertirse en basura
Por Wladmir Paulino, enviado especial para el Movimiento Circular
El término «obsolescencia programada» (OP) puede parecer complicado, pero es algo con lo que muchos de nosotros estamos familiarizados a diario. Es el fenómeno en el que se diseña cuidadosamente un producto para que dure o sea funcional, durante un período determinado, lo que lleva al consumidor a comprar uno nuevo. Este formato va en contra de lo que propone la Economía Circular, un modelo económico que tiene como uno de sus objetivos reducir los residuos y alargar la vida útil de los productos.
La obsolescencia programada, o planificada, es la base de casi todo lo que nos rodea, desde los aparatos electrónicos hasta los muebles y electrodomésticos. ¿Quién no ha tenido que lidiar con la «clásica» situación de, por ejemplo, comprar un teléfono inteligente y después de unos tres años comienza a fallar? ¿O incluso alguna aplicación que ya no se puede actualizar? Poco después, alguien viene y dice que su dispositivo es «viejo». Cronológicamente no lo es, pero fue diseñado para tener una vida útil limitada, lo que llevó a la compra de un modelo más nuevo.
«La obsolescencia programada es cuando, detrás de la producción de cualquier artículo, ya sea una silla, un auto o una lavadora, ya se pone como variable la durabilidad para que se pueda comprar ese producto muchas veces, y que el mercado tenga la posibilidad de que el consumidor siga comprando el mismo producto continuamente», explica la doctora en geografía física y coordinadora del Movimiento Circular, Sueli Furlan.
Aunque la preocupación por la sostenibilidad y la popularización de los preceptos de la Economía Circular son relativamente recientes, los historiadores apuntan a los primeros registros de Obsolescencia Programada (OP) como solución a la crisis económica. En este caso, la quiebra de la Bolsa de Valores de Nueva York en 1929, que provocó grandes problemas en la economía de gran parte del mundo.
Al resurgir, el mercado creó mecanismos para protegerse de situaciones similares y una de las soluciones fue hacer que nuestros equipos de uso diario necesitaran ser renovados en intervalos de tiempo específicos.
«Algunos dicen que es una solución macroeconómica que beneficia a una sociedad, que pretendía evitar nuevas crisis económicas, como la de 1929, y luego mantener de manera continua la producción y el consumo industrial activo», señala la profesora Sueli.
Sin embargo, esta estrategia productiva tiene consecuencias no solo para el medio ambiente, sino para las economías del planeta.
Un estudio de la Fundación Ellen MacArthur señala que los residuos que genera la Obsolescencia Programada están en US$ 1 billón al año. Para dar una dimensión del valor, se acerca a todo el Producto Interno Bruto (PIB) de Brasil, en 2022, que fue de US$ 1,6 billones.
El consumo es un disparador potenciador de la OP
Además de las maniobras de la industria, tenemos un segundo factor que impulsa la OP: el consumo. Y esto no nos permite señalar al mercado, a las fábricas o a cualquier factor externo. Hablamos de cada uno de nosotros.
Para Sueli Furlan, la sociedad pulsa el botón para activar la OP todo el tiempo: «El consumidor es realmente quien activa la obsolescencia porque quiere ese aspecto de novedad, innovación y nuevo diseño. Por un lado, la industria quiere que el consumidor esté siempre activado para cambiar sus productos y, por otro lado, el consumidor también se deja atrapar fácilmente por el deseo de tener siempre la novedad, siempre la innovación, muchas veces sin necesitarla».
Sin embargo, el punto es que ya nos estamos acercando a un siglo de la crisis del '29. Lamentablemente, todo este volumen de objetos con una fecha de caducidad que se vuelve inservible tiende a ser desechado incorrectamente en algún lugar del planeta: tierra, agua o aire. A esto se suman los recursos utilizados para presentar productos renovados, que son tomados de la naturaleza.
Según Carolina Siqueira, de Gtech Soluções, empresa especializada en la gestión y venta de residuos electrónicos, informáticos y sobrantes industriales, debemos estar atentos a la eliminación prematura de equipos. Informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito titulado «Waste Crime - Waste Risks: Gaps and Challenges in the Waste Sector», 2019, señala, por ejemplo, que el 80% de los productos electrónicos se desechan antes de terminar su vida útil.
«Los impactos ambientales se agravan principalmente cuando se utilizan recursos naturales, muchos de ellos finitos, para obtener nuevos productos, generando también emisiones de gases de efecto invernadero», advierte Carolina Siqueira.
¿Cómo cerrar la llave de la Obsolescencia Programada?
¿Qué podemos hacer? La Economía Circular nos anima a pensar que lo viejo de hoy será la materia prima de lo nuevo de mañana. Lo correcto es, en lugar de tirarlo, volver a ponerlo en la cadena de producción. «Este es un modelo económico que genera valor al maximizar la vida útil de los productos, por lo que se puede adoptar en cualquier sector», evalúa Marcelo Souza, director general de Industria Fox, empresa que trabaja para crear soluciones de gestión innovadoras, eficientes y más sostenibles.
Esta maximización señalada por él también depende mucho de un cambio de paradigmas en la industria. Ciertos componentes necesitan ser diseñados para atender a su demanda inicial y, cuando el conjunto que los compone queda obsoleto, alimentan otra cadena.
«Cuando un producto no está diseñado para ser reutilizado o remanufacturado, la dificultad de ejecución termina siendo maximizada. Donde podría haber un tornillo, hay soldadura, placas de circuito integrado blindadas o acceso restringido a repuestos. Esto dificulta enormemente el proceso de refabricación y reutilización. Lo ideal sería que los fabricantes tuvieran en cuenta, a la hora de diseñar el producto, que pueda ser reutilizado y remanufacturado, puesto que unos pocos cambios marcarían una gran diferencia y abaratarían el proceso», apunta Marcelo.
Iniciativas que, según Carolina Siqueira, de Gtech Soluções, están disponibles para el sector manufacturero. Ella asegura que la tecnología disponible hoy logra evaluar, separar y reciclar los desechos electrónicos, por ejemplo. Lo más importante es llevar esas partes al lugar correcto. Para ella, es fundamental que los fabricantes e importadores trabajen con empresas que valoren ESG (Environmental, Social and Corporate Governance).
«La logística inversa es un camino para que la Economía Circular de la electrónica sea efectiva, pero le corresponde a la sociedad también hacer su papel y disponer correctamente de sus 'residuos'», analiza Carolina.
Poco a poco, esos procesos ya son parte de la vida diaria de las nuevas generaciones en las aulas. Sueli Furlan destaca el crecimiento de la discusión sobre OP, incluidas las metodologías de enseñanza creadas para poner a los estudiantes en interacción con la Economía Circular.
«Los planes de estudio vigentes en las escuelas regionales y municipales ya abordan temas relacionados con la obsolescencia programada y hay muchas metodologías, como la didáctica por proyectos, donde los alumnos interactúan con toda circularidad, desde el origen de los productos, desde su procesamiento industrial hasta el consumo», apunta la maestra y embajadora del Movimiento Circular.
Nuevas tecnologías pueden ayudar
El fin programado de partes y equipos considerados nocivos para el planeta también ofrece otra cara más sostenible. Cuando envejecen, a menudo, las tecnologías dan paso a nuevas formas de fabricación y uso que liberan menos CO2 a la atmósfera o consumen menos energía.
«A veces, se deja atrás una forma de producir que ya no tiene sentido porque hay una tecnología más avanzada, más actualizada. Por ejemplo, cambiar a equipos que consuman menos energía, que contaminen menos. Entonces, hay una obsolescencia programada para una nueva tecnología para resolver problemas», concluye Sueli.
¿Qué es la economía circular?
La Economía Circular propone una nueva mirada a nuestra forma de producir, consumir y desechar, para optimizar los recursos del planeta y generar cada vez menos residuos. En otras palabras, un modelo alternativo a la Economía Lineal - extraer, producir, usar y desechar - que se ha mostrado cada vez más insostenible a lo largo de la historia.
En la Economía Circular, el objetivo es mantener los materiales en circulación durante más tiempo por la reutilización, ¡hasta que nada se convierta en desperdicio! Para que este modelo se haga realidad, todos tenemos un rol que desempeñar. Es un verdadero círculo colaborativo, que se retroalimenta, y ayuda a regenerar el planeta y nuestras relaciones.
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