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06/03/2025

El círculo del empoderamiento: mujeres, ancestralidad, sostenibilidad, Economía Circular y la lucha contra la pobreza menstrual

*Por Dra. Isabela da Cruz Bonatto

Una de las características más distintivas de las mujeres, el ciclo menstrual y el poder de dar vida, también puede ser uno de los temas más rodeados de tabúes, estigmas sociales y significativos desafíos económicos, ambientales, mentales y de salud. Puede parecer una exageración, pero, lamentablemente, la dignidad —o la falta de ella— con la que se manejan los períodos menstruales impacta directamente la vida de millones de niñas y mujeres en todo el mundo.  

Este tema está ganando atención global, pero es en África donde encontramos algunas de las estadísticas y realidades más alarmantes. Un estudio de UNICEF mostró que, en algunas partes de África, el 50% de las niñas no tienen acceso a productos menstruales, viéndose obligadas a usar alternativas inseguras, como trapos viejos, periódicos, hojas, trozos de colchón o incluso arena. En zonas rurales de Zimbabue, algunas niñas utilizan estiércol de vaca como protección menstrual debido al alto costo de los productos de higiene femenina. En otros casos, yo misma he presenciado niñas usando migas de pan, una realidad impactante que demuestra la profundidad de esta crisis.  

Las causas de la pobreza menstrual son muchas. Los productos menstruales suelen ser costosos, de baja calidad o fabricados con plásticos que causan alergias. Para muchas familias que viven en la pobreza, estos productos se consideran un lujo y, en algunas comunidades, simplemente no están disponibles. Así, cada mes, millones de mujeres y niñas enfrentan el desafío silencioso, pero constante, de gestionar su salud menstrual con dignidad.  

Lo que muchas de nosotras consideramos básico —la capacidad de elegir cómo y con qué manejar nuestra menstruación— es un sueño lejano para muchas otras. Además de la falta de acceso a productos asequibles, el estigma cultural y los daños ambientales causados por los productos desechables agravan aún más el problema.  

En África, los desafíos son dobles. Las toallas desechables no solo contribuyen a la degradación ambiental, sino que también están fuera del alcance financiero de muchas personas. En zonas rurales, un paquete de toallas higiénicas puede costar el equivalente a un día de trabajo, obligando a las familias a elegir entre productos menstruales y necesidades básicas como alimentos o medicinas. Como resultado, muchas niñas recurren a alternativas peligrosas, poniendo en riesgo su salud. Otras simplemente se quedan en casa durante el período, perdiendo días de escuela y quedándose atrás en sus estudios, enfrentando vergüenza y aislamiento. En casos extremos, la pobreza menstrual lleva a la prostitución, la depresión e incluso al suicidio.  

WhatsApp Image 2025-02-28 at 13.16.25.jpegFoto: Isabela Bonatto

En muchas ciudades africanas, la falta de saneamiento básico y de sistemas de gestión de residuos empeora la situación. Las toallas desechables suelen ser arrojadas a vertederos abiertos o quemadas, liberando gases tóxicos debido a los plásticos de baja calidad con los que están hechas. A nivel global, miles de millones de toallas higiénicas se desechan cada año, y muchas terminan en vertederos o contaminando ríos y mares.  

El impacto ambiental y económico de las toallas desechables es una alerta urgente sobre la necesidad de soluciones sostenibles y accesibles. Pero, para resolver este problema de verdad, ¿qué tal si miramos más allá de las comodidades modernas y buscamos inspiración en el pasado?

Las prácticas antiguas, basadas en la sostenibilidad y la comunidad, ofrecen un modelo para enfrentar tanto la pobreza menstrual como el impacto ambiental de los productos desechables. Antes de la invención de las toallas higiénicas comerciales, las mujeres utilizaban materiales naturales, como telas, musgo o fibras de banano, para gestionar su ciclo menstrual. Estos métodos, aunque simples, eran naturalmente sostenibles y no generaban residuos.  

WhatsApp Image 2025-02-28 at 13.16.55 (1).jpegFoto: Isabela Bonatto

Hoy en día, los productos menstruales reutilizables modernos, como toallas de tela, copas menstruales y ropa interior absorbente, rescatan ese legado, combinando sabiduría tradicional con tecnología actual. Estas innovaciones no solo son ecológicas, sino también económicamente viables. Una única toalla reutilizable, por ejemplo, puede durar hasta cinco años, ahorrando el costo recurrente de las desechables. Las copas menstruales, hechas de silicona médica, pueden durar hasta diez años, una inversión única con beneficios de por vida.  

Para las comunidades africanas, las toallas reutilizables han sido la mejor solución. Con el financiamiento y apoyo adecuados, los proyectos pueden distribuir estos productos gratuitamente en regiones más afectadas por la pobreza menstrual, al mismo tiempo que promueven la educación menstrual y combaten los tabúes relacionados con la menstruación.  

WhatsApp Image 2025-02-28 at 13.16.55 (2).jpegPhoto: Isabela Bonatto

Rompiendo estigmas, empoderando mujeres y construyendo un futuro mejor  

Los beneficios de los productos menstruales reutilizables van más allá del ahorro económico y la protección del medio ambiente. También desafían el estigma en torno a la menstruación. Al normalizar las conversaciones sobre el período y promover alternativas sostenibles, las mujeres están recuperando su autonomía y transformando las narrativas culturales. Con esto, no solo enfrentan la pobreza menstrual, sino que también abren el camino hacia un futuro más justo y sostenible.  

La Economía Circular encaja perfectamente en estos esfuerzos, priorizando la reutilización, el reciclaje y la regeneración de recursos. Al adoptar este modelo y rescatar el conocimiento ancestral, podemos crear un mundo donde ninguna niña tenga que elegir entre su educación, su salud y su dignidad.  

¡Días rojos, soluciones inteligentes!  

¡Juntas podemos lograrlo!  

*Dra. Isabela da Cruz Bonatto es embajadora de Movimiento Circular, doctora y magíster en Ingeniería Ambiental por la Universidad Federal de Santa Catarina, con un MBA en Gestión Ambiental. Se desempeña como consultora socioambiental, enfocándose en la gestión de residuos sólidos, la promoción de la Economía Circular y la sostenibilidad corporativa. Residente en Kenia desde 2021, es miembro directivo de la Fundación Together for Better y trabaja directamente con ONG para combatir la pobreza menstrual y desarrollar soluciones sostenibles para la gestión de residuos.

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