
21/08/2025
Del compromiso a la transformación: la circularidad de la economía exige liderazgos persistentes
Por Ademir Brescansin*
Green Eletron, socia del Movimiento Circular
¿Qué significa, en la práctica, liderar por la sostenibilidad? ¿Cómo mantener la determinación cuando los resultados no aparecen de inmediato? ¿Estamos realmente preparados para sostener compromisos ambientales a lo largo de años —o incluso décadas— sin perder el aliento? Estas preguntas adquieren una dimensión aún mayor cuando entendemos que vivimos en el llamado Antropoceno, una nueva época geológica propuesta por los científicos para destacar los múltiples impactos de las actividades humanas sobre el planeta, como por ejemplo la alteración de ecosistemas, climas, pérdida de biodiversidad e incluso cambios en la propia geología.
Recientemente me encontré con algo que me llamó mucho la atención y reveló un dato alarmante: un estudio publicado en la revista científica Nature mostró que, en 2020, la masa de todo lo que ha sido construido por el ser humano en el planeta superó, por primera vez en la historia, a la masa conjunta de todos los seres vivos. Fueron alrededor de 1,1 teratoneladas de peso seco, y el cálculo ni siquiera incluía la masa de basura acumulada. Es como si hubiéramos inclinado la balanza de la Tierra hacia el lado de las estructuras construidas, alterando el equilibrio que sostuvo la vida durante milenios.
Veo que esta constatación es una alerta sobre la urgencia de repensar nuestra relación con los recursos y los residuos que producimos. En esa dirección, la economía circular deja de ser solo un concepto para convertirse en un imperativo civilizatorio. Dentro de este modelo, la logística inversa de aparatos eléctricos y electrónicos, así como de pilas y baterías, ocupa un lugar importante, pues reduce la extracción de recursos naturales y reintegra materias primas al ciclo productivo, al mismo tiempo que genera resultados socioeconómicos.
Aun reconociendo esta importancia, sé que los avances socioambientales, como bien acompañamos en las sucesivas conferencias y encuentros intergubernamentales, rara vez ocurren mediante rupturas bruscas. Difícilmente hay un anuncio que cambie todo de un día para otro. En el día a día, soy testigo de largas negociaciones, consensos graduales y metas que avanzan paso a paso. Con frecuencia, esos resultados quedan por debajo de lo que yo y muchos desearíamos. Pero, en mi opinión, es justamente en esa constancia —en el trabajo casi silencioso de acumular pequeñas victorias— donde se construyen las bases de transformaciones duraderas.
Desde esta perspectiva, la economía circular no es un fin en sí mismo. Más allá de la gestión de residuos, se convierte en una estrategia estructural que impulsa innovación, promueve empleos y fortalece cadenas productivas locales. Así, se posiciona como una palanca fundamental para objetivos sociales y ambientales más amplios, conectando la conservación ambiental con la generación de valor y oportunidades.
No obstante, este engranaje exige mantenimiento constante. Es fundamental medir impactos, revisar procesos y establecer diálogos permanentes con todos los actores, incluidas empresas, poder público y sociedad civil. La comunicación también debe ser innovadora, pues de nada sirve una infraestructura eficiente si el ciudadano no está informado o motivado a participar. Es necesario transformar la percepción del desecho en valor, creando condiciones para que ese valor se revierta en beneficios concretos para la sociedad y el medio ambiente.
Liderar en este contexto significa, sobre todo, mantener firmeza ante la complejidad. Es enfrentar la frustración de resultados no alcanzados en los plazos establecidos, revisar rutas, ajustar estrategias y, por encima de todo, preservar la visión de largo plazo. Comprender que cambiar la forma en que lidiamos con recursos y residuos requiere paciencia estratégica, una virtud cada vez más rara en un mundo acelerado.
En fin, persistir en esta contracorriente es un acto profundo de afirmar, día tras día, que el futuro no está dado, sino que es una construcción constante.
[ARTÍCULO ESPECIAL CON UN LÍDER DE LA CIRCULARIDAD]
Ademir Brescansin* es ingeniero mecánico y magíster en Gestión Ambiental y Sostenibilidad. Trabaja desde hace más de 30 años en el sector electroelectrónico y actualmente es gerente ejecutivo de Green Eletron, entidad gestora creada para administrar los sistemas de logística inversa de productos eléctricos y electrónicos y pilas portátiles a nivel nacional.
*Este texto fue traducido automáticamente con la ayuda de inteligencia artificial y revisado. Aun así, pueden presentarse pequeñas diferencias con respecto a la versión original en portugués.