
14/02/2025
La Economía Circular y el realismo esperanzador
Prof. Edson Grandisoli
¿Sientes que el tiempo está pasando cada vez más rápido?
El historiador Yuval Harari afirmó, en una reciente entrevista, que todas las generaciones tienen esta percepción de velocidad y de cambios acelerados. Sin embargo, ahora, afirma el especialista, es verdad.
Además de cambiar rápidamente, una de las principales características de la modernidad es la incertidumbre. Harari aborda este tema de manera profunda en sus libros, especialmente en 21 lecciones para el siglo XXI. Para él, la incertidumbre es uno de los rasgos más desafiantes e inevitables, ya que los rápidos cambios tecnológicos, sociales y climáticos hacen que el futuro sea cada vez más impredecible.
En tiempos de incertidumbre, incluso las grandes acciones parecen pequeñas frente a la magnitud de los desafíos colectivos. De esta manera, es natural sentirse desamparado e imaginar que las múltiples crisis socioambientales no tienen solución, como una avalancha en curso que nadie puede detener.
Sin embargo, detente y reflexiona: si simplemente sabes que existen múltiples crisis sociales y ambientales, eso ya demuestra que algo ha cambiado en los últimos tiempos. Es decir, se puede afirmar que cada vez más personas reconocen la existencia de un problema colectivo y grave, y comprenden la importancia de buscar soluciones. La creación de esta conciencia colectiva socioambiental es un resultado sumamente positivo, fruto de los esfuerzos por conocer más y mejor el alcance de nuestra huella en el planeta. En otras palabras, ya entendemos bien los impactos de las actividades humanas sobre el medio ambiente y la biodiversidad. Es un disparo en el pie, como se dice.
Agotar la base de toda la vida no es sostenible y, en este momento, ni siquiera podemos permitirnos usar la expresión “a largo plazo”. En la dirección de enfrentar esta realidad, nace como alternativa el modelo de Economía Circular que, sin duda, ofrece un respiro al planeta y a la vida. Y este tiempo extra parece cada vez más importante para crear alternativas tecnológicas y, más importante aún, para comprender lentamente que necesitamos cambiar quiénes somos y cómo hacemos las cosas.
La Economía Circular no es solo un concepto; es un cambio de mentalidad que nos invita a ver el mundo con lentes más integrales e integradas. Crea nuevas oportunidades de desarrollo socioeconómico a través del mimetismo de procesos que la naturaleza ya realiza mucho antes de que llegáramos como especie. En lugar de extraer, usar y desechar, como nos enseñó la economía lineal, la Economía Circular nos invita a repensar, reducir, reutilizar y regenerar. Y, por qué no, a respirar.
Para quienes sienten que sus acciones individuales no son suficientes, que están de manos atadas ante la complejidad del problema socioambiental, la Economía Circular trae un mensaje poderoso: cada uno de nosotros tiene un papel fundamental en este cambio. La circularidad de las sociedades depende de la corresponsabilidad y de la creación y recreación de lazos de cooperación y confianza. Sin ellos, seguiremos avanzando en línea recta.
El pacto por la circularidad no tiene vuelta atrás. Basta con observar el creciente número de empresas, gobiernos, entidades del tercer sector y ciudadanos interesados en actuar y pensar de manera diferente en el presente, con la vista puesta en el futuro. En Brasil, las políticas públicas se concretan y sirven de modelo para muchos otros países, pues no sirve de nada ser circular en solitario. Esta no es una visión idealista, sino una necesidad práctica y urgente para garantizar que nuestro planeta y sus futuras generaciones tengan la oportunidad de tomar decisiones y prosperar dentro de los caminos que elijan, y no dentro de aquellos que simplemente queden.
Vivir en un período de transiciones y cambios de paradigmas no es fácil para nadie. Siempre estamos mirando hacia adelante, pero con los ojos en el retrovisor. Para ello, necesitamos socios valientes que compartan el deseo de lo nuevo, y que este sea mejor para cada vez más personas.
En los momentos de desánimo, frente a tantos desafíos, suelo recordarme y apoyarme en la genialidad del “camino del medio” propuesto por el poeta Ariano Suassuna. Él dijo: “El optimista es un tonto, el pesimista es un aburrido. Lo mejor es ser un realista esperanzado”.