Bioeconomía: circular por naturaleza

Prof. Edson Grandisoli
Coordinador educativo y embajador de Movimiento Circular

Uno de los grandes desafíos (quizás el principal) que enfrenta la humanidad en los últimos siglos es cómo garantizar el desarrollo socioeconómico a partir de prácticas que conserven y regeneren los ambientes naturales. Se han propuesto y discutido muchos modelos en esta dirección, como la economía verde, el pago por servicios ambientales, la gestión forestal sostenible, la economía circular, la bioeconomía, entre otros.

Dentro de este panorama complejo desde el punto de vista conceptual y práctico, la Bioeconomía y la Economía Circular se presentan como dos pilares fundamentales en la construcción de un modelo económico más sostenible, resiliente e innovador. Ambos conceptos buscan transformar la manera en que nos relacionamos con los ambientes naturales, producimos, consumimos y desechamos, estimulando el uso eficiente de recursos, la reducción de desperdicios y la conservación del medio ambiente. La Bioeconomía y la Economía Circular ofrecen oportunidades únicas para reconfigurar sectores productivos, estimular la innovación y reducir los impactos ambientales. Para discutir un poco sobre estos dos modelos, te invitamos a leer las definiciones a continuación:

¿Puedes establecer paralelos y similitudes entre estos dos modelos?

Las mutuas inspiraciones entre la Bioeconomía y la Economía Circular

La bioeconomía y la Economía Circular son claramente conceptos relacionados, pero surgieron en contextos históricos y épocas diferentes, reflejando enfoques distintos pero complementarios para la sostenibilidad y el uso de recursos.

El concepto de Economía Circular comenzó a tomar forma en las décadas de 1970 y 1980, con raíces en ideas como la ecología industrial y la economía del rendimiento, que son enfoques relacionados con el uso más eficiente de recursos, la minimización de impactos ambientales y la transformación de sistemas económicos. Por otro lado, el concepto de bioeconomía comenzó a destacarse un poco antes, en los años 1960 y 1970, con el avance de las biotecnologías, es decir, un poco antes de la idea de Economía Circular.

A pesar de esta diferencia temporal, ambas ideas han evolucionado en paralelo, influyéndose mutuamente en algunos aspectos debido a la búsqueda de modelos económicos más sostenibles. Ambos enfoques están inspirados en principios ecológicos y en la necesidad de alejarse del modelo económico lineal (“extraer, producir, desechar”) hacia sistemas más circulares, resilientes y sostenibles. Ciclos cerrados, reciclaje/reutilización de residuos, el uso de fuentes renovables de energía y la regeneración, por ejemplo, son enfoques comunes a ambos, aunque aplicados de maneras diferentes.

Considerando este panorama histórico-conceptual, es posible afirmar que las prácticas de uso sostenible de recursos biológicos (dentro de la bioeconomía) complementan y refuerzan los objetivos de la Economía Circular. El uso de biomasa para la producción de energía o la aparición de bioplásticos son ejemplos que se ajustan a ambos modelos. La economía circular, por lo tanto, ha integrado prácticas de bioeconomía al proponer el uso eficiente de residuos biológicos y materiales orgánicos, transformándolos en nuevos productos y contribuyendo a la regeneración de sistemas naturales.

Quizás una de las mejores representaciones de las influencias mutuas entre bioeconomía y Economía Circular sea el gráfico de mariposa inspirado en el modelo “de la Cuna a la Cuna” ideado por Braungart & MacDonough, en 2002.

En el sitio web de nuestros socios de Ideia Circular, se puede leer:

“El diseño Cradle to Cradle (C2C o de la Cuna a la Cuna) define una estructura para la creación de productos y procesos industriales inspirados en los sistemas naturales, que funcionan en flujos cíclicos de materiales seguros y saludables para los seres humanos y la naturaleza. En la naturaleza, los residuos siempre pueden convertirse en alimentos para los siguientes procesos. En un sistema Cradle to Cradle, los materiales se crean y se emplean diferenciando la biosfera de la tecnosfera, creando así dos ciclos industriales distintos.”

Al centrarse en la utilización inteligente de recursos biológicos y en la reducción de desechos, los enfoques promueven un ciclo virtuoso de producción y consumo, capaz de enfrentar los desafíos ambientales globales y, al mismo tiempo, fomentar un desarrollo más inclusivo, justo y sostenible. En resumen, la bioeconomía es circular por naturaleza, en su esencia, y ha inspirado (y está siendo inspirada por) las ideas de innovación traídas por la Economía Circular.

Coevolución y síntesis entre los conceptos

El análisis de la evolución de los conceptos y enfoques relacionados con la necesidad de desarrollar y conservar siempre es sorprendente y amplía nuestra visión sobre las acciones en el presente. Cada uno a su manera, los modelos de bioeconomía y Economía Circular dialogan con las ideas y premisas de la Economía Ecológica, un concepto que comenzó a construirse a partir de las contribuciones de Kenneth Boulding (1966) y, en especial, de Nicholas Georgescu-Roegen en su libro "La Ley de la Entropía y el Proceso Económico".

En él, Georgescu-Roegen argumenta que la economía no puede ser vista como un sistema cerrado, donde los recursos pueden ser reutilizados infinitamente sin pérdidas, porque todo proceso económico genera entropía, es decir, pérdida irreversible de la calidad de los recursos. También fue uno de los primeros en criticar la idea de crecimiento económico ilimitado, un concepto central de la economía tradicional. Georgescu-Roegen destacó que el crecimiento continuo es insostenible debido a la finitud de los recursos naturales y los impactos socioecológicos.

El campo de la economía ecológica, sin embargo, solo comenzó a consolidarse como una disciplina específica en la década de 1980. En 1989, se fundó la Society for Ecological Economics (ISEE) y, en 1989, también se lanzó la revista Ecological Economics, que se convirtió en un importante vehículo para la difusión de ideas en este campo.

A pesar de ser elegantes y esenciales desde el punto de vista de la reflexión, la economía ecológica, y todas las ideas y modelos que dialogan con este campo, para alcanzar sus objetivos relacionados con un desarrollo más justo, inclusivo y ambientalmente correcto en su totalidad, requieren cambios de cultura, valores y propósitos de manera articulada considerando todas las dimensiones y sujetos sociales. Esta tarea parece cada vez más compleja dentro de un modelo que históricamente ha generado cada vez más exclusión y desigualdades.

Consulta algunos ejemplos de bioeconomía alrededor del mundo:

Brasil

Desde junio de 2024, Brasil cuenta con la Estrategia Nacional de Bioeconomía, que orienta la promoción de productos y procesos sostenibles que utilizan recursos biológicos y nuevas tecnologías.

El Pará, situado en la Región Norte, destaca en la bioeconomía brasileña a través de la producción de dos productos clave: la Castanha-do-Brasil (o Castanha-do-Pará) y el Açaí.

Por ejemplo, en 2022, la producción global de açaí - fruto nativo de la Amazonía - contó con la contribución de 14 países. Pará destacó significativamente, produciendo 1,7 millones de toneladas, aproximadamente el 90,4% de la producción total del fruto. Los datos son de la Fundación Amazônia de Amparo a Estudos e Pesquisas (Fapespa). El cultivo sostenible del açaí contribuye a la conservación ambiental y al desarrollo socioeconómico. Otros datos indican que, en Brasil, entre 1987 y 2022, la producción de açaí pasó de 145,8 mil a 1,9 millones de toneladas - un aumento de más de 13 veces en un período de 36 años.

Al mismo tiempo, la castanha-do-brasil también se destaca en la bioeconomía brasileña. En 2022, Pará fue el tercer mayor productor de castanha del país, con más de 8,8 mil toneladas, generando un valor superior a R$ 31 millones en producción. La recolección y procesamiento de la castanha involucra a comunidades locales y cooperativas, que practican el manejo sostenible de las castanheiras. Este modelo no solo genera ingresos y preserva la selva amazónica, sino que también estimula la regeneración natural y evita la deforestación.

Además, Pará se está preparando para albergar la 30ª Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático de la ONU (COP30), que se llevará a cabo en la capital, Belém, en noviembre de 2025.

Estados Unidos

El enfoque principal de la bioeconomía en Estados Unidos está vinculado a la tecnología. El gobierno estimula la sustitución de recursos no renovables por biotecnologías, con énfasis en biocombustibles y bioplásticos, a través de asociaciones público-privadas y programas como el Programa BioPreferred. Gestionado por el Departamento de Agricultura de EE. UU. (USDA), este programa establece directrices de compra obligatoria para agencias federales y ofrece un etiquetado voluntario para productos biológicos certificados - que son alternativas a los derivados del petróleo.

Unión Europea

En la Unión Europea, el enfoque de la bioeconomía está en sectores como la agricultura y los bosques, con el objetivo de alcanzar la neutralidad de carbono y proteger la biodiversidad. El destaque se encuentra en la Empresa Común para una Europa Circular de Base Biológica - una asociación público-privada creada en 2021 para financiar y acelerar la innovación en bioindustrias sostenibles. Con sede en Bruselas, la empresa busca sustituir materias primas fósiles por renovables y fortalecer economías locales, viabilizando iniciativas en áreas como químicos bio-basados, envases, alimentación y cosméticos, protección de cultivos, herramientas digitales, textiles, políticas y concienciación, y polímeros y plásticos bio-basados.